viernes, 29 de agosto de 2014

Los Perros Románticos



Unas Palabras*
He comenzado a escribir estas líneas más de un centenar de veces.  Meditaba sobre qué escribir mientras tenía la página en blanco. Cuando comenzó todo esto no teníamos la idea del camino que tomaríamos. Éramos personajes de Kerouac haciendo auto stop de libro en libro, de autor en autor, vagando por la red en busca de vida. Estar on line es nuestro on the road.  Estábamos muy nerviosos antes de salir al aire, luego todo fluyó como si lleváramos tiempo haciéndolo. J. S. Montfort al siguiente día habló de lo sucedido en Hermano Cerdo. Su comentario está lleno de empatía, lo que se hace es valioso, no porque seamos nosotros, sino porque cosas como estás hacen de la literatura algo vivo. Algo que ya no espera un autor y un lector, sino que fluye en un profundo dialogo entre ambos. Los autores también son lectores. A Montfort le hizo falta la presencia de Meza, igual que a todos nosotros. Según nos informaron tuvo un problema personal que le impidió conectarse. Había confirmado su asistencia días atrás, él era nuestra preocupación porque tampoco se presentó al recital durante el lanzamiento de una antología que lo incluía. La presencia de Yaxkin el sábado nos tranquilizó, pero uno nunca controla esas cosas. Darío rodríguez desde Colombia nos ve saltar a un vacío esperanzador, hermoso, lleno de frenesí: a indagar en lo literario aunque los desastres minen casi todo a su alrededor.
María Yuste en España escribe en su blog y recoge algunas palabras que pronuncie en algún momento, me gustan. Cuando iniciamos con el grupo de Facebook sólo éramos tres personas soñando. Sentíamos uno por el otro un amor fraternal, de hermandad. Soñamos juntos, pero nunca nada como esto. O como lo que ha sucedido. La razón por la que he comenzado y reescrito tantas veces esto es porque no puedo ser objetivo (un gran problema), pero ¿quién puede ser objetivo con todo este amor ahora en el pecho?  Sobre el hangout del primer día hubo selfies frente a la pantalla de los ordenadores con nuestras caras con gestos divertidos. Un par de personas se conectaron al hangout para verlo desde sus televisores. Aquí hay lectores y autores. Todos los somos. Aprendimos, igual que David Meza, “que quizá, incluso, la poesía es”. Carmen Juan en “la Palabra Justa” dedica unas palabras al hangout. La Revista Coronica de Colombia también reseña el hangout.  
Pero no es precisamente de nosotros los que vale la pena hablar, de esto que es tan nuevo. No habríamos hecho nada si no hubiéramos estado vagando por todo internet bebiendo de fuentes de poesía nueva. Recordemos lo que ha hecho en inglés Ana Carrete con “new wave vomit”, o lo que a la par, en español, ha hecho Luna Migue con “tenían veinte años y estaban locos”. Así que todo esto también es de todas esas personas que en silencio, sin mucho ruido -como lo escribe Darío Rodríguez en su columna- han hecho una labor hermosa por la literatura. A ellos hago mención, a ellos esto.
Hermano Cerdo que en voz de J. S. Montfort escribe: Esto fue muy bonito de ver, pues aquí en hermano cerdo desde siempre hemos participado en un sentir análogo y la revista ha querido ser un punto de encuentro entre escritores, geográficamente dispersos, pero unidos por la pasión común de la literatura.
A la Revista Coronica que hace un buen trabajo al recopilar autores colombianos.
A Stanislaus Bhor y su hoguera para que arda goya.
A Darío Rodríguez y Rubén Higuera por sus conversaciones con nadie
A Luis Silva y su Electric Cereal
A Héctor Hernández Montecinos y su trabajo en las antologías
A Arturo Sánchez y su Palpitatio Lauri
A Daniela Camacho y su Habitación de la Heroína, uno de los primeros blogs que leí y que trataba de ir presentando nuevos escritores. A ella un abrazo enorme.
A todas la personas que desde sus blogs llenan las pantallas con sus traducciones: José María MartínezJesús Carmona-RoblesÓscar García SierraCaterina ScicchitanoMartín Rangel (creo que olvido algunas, perdónenme)
A todos esos lectores clandestinos, a esos que han estado siguiéndonos, sobre todo a ellos: lo lectores
A los autores y proyectos editoriales que no han tenido el miedo de dejar sus libros libres para descargar desde internet, sin esas acciones no seriamos posibles.
A todos
Sé que olvido personas y proyectos, les doy mis disculpas, pero siéntanse representados en todo lo que ha sucedido, sin ustedes nada hubiera sido posible.
A Luna Miguel y a Kevin Castro, un amor infinito.
Les abrazo a todos, esta es su casa, esto es de ustedes.



*Este texto fue escrito para Los Perros Romanticos

viernes, 1 de agosto de 2014

Marejada feliz

Estoy convencido de lo terrible que es esto. Estoy tomándome una cerveza solo y recordando un amor. Es muy patético; canto como si me doliera adentro, el corazón, pero no duele: Es una ficción el dolor. Canto, se hace inevitable opacar la voz que sale de mí y la cerveza que entra y la nostalgia rara que queda de estas dos acciones. Pienso en que es 2010 y que estoy sentado a la puerta de un almacén de accesorios para motocicleta gritándole a todas las personas que cruzan lo bueno de los productos que tengo. Hace un calor terrible, lo recuerdo. Aquí también hace un calor terrible... Pienso que debería leer algún libro pero tengo demasiada pereza y desidia para leer cualquier cosa. Estoy escuchando música, dejándome llevar por todo, esperando que suceda algo. Siempre sucede algo, siempre.

Es la tarde,  viene ella y me dice algo que no entiendo. Sonrío, ella sonríe. Así comenzó. Fueron muchas idas al motel más cercano, al más lejano y a cualquiera después. Estamos en un parque y mi mano se introduce entre su jean y su piel, buscan el coño que encuentra húmedo, me hace feliz sentir aquello. Ella hace unos sonidos que ahora recuerdo perfectamente. Me pongo. Creo que soy terriblemente patético, pero no debería decirlo, no debería adjetivar este momento, sino describirlo, como hacen los buenos escritores. Qué más da. Cruzan un par de motocicletas y hacen un ruido muy fuerte, la música cesa y el ventilador tiene un ruido muy extraño. En el motel la desnudaba… era divertido. Pienso en qué canción reproducir desde youtube.

Youtube es una máquina aleatoria de nostalgias. Todo está allí y ellos saben que sientes, te recomiendan canciones que no ayudan a que dejes de pensar en una noche hace tres o cuatro años, y que fueron los años en que realmente te sentiste feliz. La noche más linda del mundo. En Facebook comento una fotografía. Trato de terminar la cerveza antes de que acabe la canción a la que le he dado “reproducir”. Por última vez, esto es por última vez. Íbamos en un automóvil hacia la ciudad de Armenia, en el Quindío, y nos detuvimos a comprar algunas rosquillas y achiras. Todo era exageradamente caro pero no nos importó. Tomamos aquello y lo comimos, era un paseo familiar, llevaba el celular entre las manos esperando un mensaje, alguna señal de que me extrañaba. Todas las historias tienen su nudo para que se hagan interesantes, pero aquí no lo hay porque todo es una inconexa red de recuerdos; esto es una máquina aleatoria de recuerdos. Es como el Ágape Ágape de Gaddis. Encontraran repetirse muchos pensamientos. ¿Por qué una y otra vez volvemos a lo mismo, como una vaca rumiando pasto? Voy por otra cerveza.

Mi sobrina se vomita en el auto, llora. Todos hacen un gesto desesperado y paranoico al  no poder callarla ni hacer que el hedor adentro del auto sea expulsado por el aire que entra a través de las ventanas abiertas. Mandan cerrarlas para -según siguieren- ahorrar gasolina. Estoy sentado desayunando y comiendo mucho y ella sonríe al prepararme el desayuno. Me abraza, tiene una mirada que me gusta y que nadie más ha tenido conmigo. Creo que mientras escribo esto unas lágrimas empañan mis ojos, o es la humedad y se empañan mis lentes, no lo precioso y no quiero saberlo. Estoy escribiendo. Bebo la cerveza. Escucho salsa, la verdad la salsa no es la música que suelo escuchar. La salsa es lo que escucho cuando me siento nostálgico. La salsa era lo que bailaba en una discoteca muy oscura el día en que nos besamos. Ese sentimiento del amor es demasiado raro, quisiera poder describirlo, pero no puedo.

Por fin llegamos a Armenia y nos sentimos felices porque es el primer auto que tenemos y es el primer viaje familiar que hacemos. Mi madre me abraza, está muy contenta de que esté con ella allí. Yo no suelo compartir con la familia, según dicen. Me gusta estar solo, eso es todo. Disfruto estando solo, aunque este momento diga lo contrario de mí. Trato de recordar otros momentos, otros momentos dentro del momento. La hoja se estrecha y se sacude y vuelve añicos todo. ¿Por qué escribir suele ser tan difícil? No lo sabemos. Me subo a un taxi, es 2011, diciembre. El taxista me dice que el billete que le di para pagar el servicio es falso, me sorprendo y le doy otro. Me repite que es falso, me siento apenado y pienso que alguien ha hecho una mala pasada y me ha metido dos billetes falsos. El tercero lo recibe diciéndome que ese si es verdadero, me siento apenado y me bajo del taxi ofreciendo una disculpa. No quiero que piense que soy un pillo. Pero inmediatamente me bajo tengo la sensación de que me han robado o estafado. Enfurezco. No sé cómo me dejé engañar de esa manera.

Ahora busco otra canción en yutube.

Odio la publicidad que agrega youtube al inicio de los videos. Veo las parejas de enamorados desde mi ventana y pienso que esa sensación es bonita. Pienso también que no deja de haber algo de vulgar en la forma en que he desempeñado el amor. Siempre he pensado en divertirme, nada más. La cerveza está helada y la computadora está tibia. Tecleo tratando de hacer algo que algún lector quiera tener y desear. Que quiera leer y quiera amar como me gustaría sentirme en este momento. Soy malo con las metáforas, aquí debería ir alguna que explicara la forma en que me gustaría sentirme amado, pero no la hay. Pienso en la mirada de ella mientras desayunaba e imagino que debe ser algo así, como esa mirada que hace sentir que has hallado tu lugar en el mundo, pero tal vez no sea más que una ilusión o un espejismo o tal vez todo es tan real y lo hago triste, engañándome pensando algo distinto. En Armenia nos encontramos a mi primo montado en un caballo inmenso, patrulla las calles. Él es policía, de la policía montada. Se le ve feliz. Con mi primo jugamos mucho de niños y tengo recuerdos buenos de esa época. Ahora poco nos hablamos. Cuando leí a David Foster Wallace me cambió la vida. Hace poco vi school of rock y lloré. No sé, estar solo es malo, debería estarme prohibido. ¿Por qué diablos el ventilador hace ese sonido tan extraño? Tal vez necesite mantenimiento, no soy un experto en mantenimiento de ventiladores. Quizá lo revise al terminar de escribir esto. Tomaré los destornilladores que están en el taller. Iré y revisaré aquello.

Esto debería tener otro filtro, otro tipo de narración. Si seguimos así probablemente no terminemos en ningún lado. Si el lector ha llegado hasta aquí, ¿qué pensamos? ¿Triunfo o fracaso?

Ella viene y trae dos cervezas. Río con sus chistes malos. Nos abrazamos, ella me dice que me quiere mucho. Le digo que lo mismo, que me siento afortunado. Caminamos. Fumamos marihuana con un grupo de hippies en un parque. Ellos nos casan con un ritual que no entendemos mientras cantan a la luna y nos ponen manillas en las muñecas que luego debemos pagar. Nos dicen que somos una pareja muy sexual. Ambos sonreímos. Salimos corriendo calle abajo, dándonos besos en las esquinas o recostados contra las paredes. Sus ojos son inmensos, oscuros. Sonríe. La estrecho contra mí, luego la alejo sin soltarla de la mano. Corremos, nos escondemos tras los autos para besarnos. Podríamos tener quince años, pero ambos tenemos más de veinte. 

Reímos. 

Nos despedimos. 

Cada uno aborda un taxi distinto.