viernes, 30 de enero de 2015

México



Lentamente México va apareciendo como una obsesión. Una edición de Papeles falsos de Valeria Luiselli sobre una mesa. Portada rosa y un nombre que recuerdan un par de libros del joven  Augusto Sonrics.
Dice Luiselli que la ciudad de México es cartografiada sobre su propio suelo al modo del relato de Borges. Diseccionada sobre una mesa por ilustres hombres de ciencia al modo del cuadro de Rembrandt La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp. Una ciudad; melancolía; distancia; terror; vida.
Rodrigo Fresán obsesionado en Mantra con el D.F. (Deefe); registrarlo todo, decirlo todo; mostrarlo todo.
En noviembre la gente que quiero leyendo poemas, siendo poetas en Guadalajara… apostando todo a la vida, a esto que parece un suicidio.
Los Detectives Salvajes cartografiando la ciudad, llenándola de poesía, vagando, dibujando el lugar donde se ha construido lo que hoy leemos. Los infrarealistas boicoteando un recital de Octavio Paz. Los Perros… boicoteándolo todo en internet.
Valeria Luiselli buscándole una forma al Deefe; buscándole una forma a Venecia; buscándole una forma al ensayo.
Los detectives buscando a Cesárea Tinajero; buscando la poesía;  una pista.
Los Perros rastreándolo todo tras un hashtag.
Valeria Luiselli en bicicleta por las calles del Deefe.
Los poetas ebrios por las calles de Guadalajara.
Mantra viéndolo todo infinitamente en grabaciones de VHS.
Los real visceralistas perdidos en el Deefe.
México, México, México.
Dibujado. Cartografiado.
México.
La red de los poetas salvajes.
Una obsesión.
¿Qué le hace México a quienes lo habitan?


Hoy leímos Papeles falsos de Valeria Luiselli. Hoy leímos Asesinato bajo la lluvia de Chandler. Hoy caminamos por un centro comercial atestado de gente, me sentí extraño, hace mucho no caminaba por un lugar sintiéndome incómodo. Hoy traía una mirada perdida, pensando en escribir esto. En mi cabeza sonaba mejor. Me conecté a un hangout en el cual escuché todo a medias y vi todo a medias y me escucharon y vieron de igual modo. Hoy hablamos de ir a México, o de hacer lo posible, o de que debíamos ir, o de que no importaba nada: hay que ir.



México es una obsesión hoy. 

viernes, 23 de enero de 2015

Segunda persona del singular


   Escribes en Facebook que irás a trabajar al día siguiente, recibes una ola de comentarios a los que quieres responder de forma insultante, no lo haces porque te parece que en lo que  dicen hay algo de verdad. Te desconectas. Dejas en el móvil sintonizada una emisora que es la que escucha tu novia. Duermes bien, pero no dejas de sentirte mal por tener que ir a trabajar. En la mañana llamas a Natalia pero no contesta el móvil o contesta pero está tan dormida que ni siquiera se da de cuenta que habla contigo. No das importancia, sabes de su gusto por dormir hasta tarde. Sales temprano, calculando el tiempo que demorarás yendo de un punto de la ciudad a otro, donde te espera un jefe y un trabajo mediocre. Necesitas dinero, Natalia, tu novia, insiste en salir a bailar cada fin de semana, y con el que consigues en lo que llamas “trabajo nocturno” no alcanza. También está el problema con el Turco y Lucas. Tratas de olvidarlo de inmediato porque te das cuenta de que calculaste mal el tiempo. Montarse a un bus urbano en la mañana es una lucha cuerpo a cuerpo para la que no vas preparado.
    El trabajo, al cual llegas tarde en el primer día, consiste en ir puerta a puerta vendiendo paquetes de arepas precocidas de maíz blanco; cinco arepas por cada paquete. El barrio residencial al sur de la ciudad no se parece en nada a esa loma llena de casas a medio hacer, caminos serpenteantes y filas de escalones infinitos que llamas “hogar”. Todas las calles son planas, fáciles de andar, pero te cansas porque es duro caminar calle tras calle bajo el ardiente sol. Allí está tu primo, quien te ayudó a conseguir el empleo, junto con él se te es encomendado el recorrido. Antes de empezar pides permiso para hacer una llamada. Llamas a Natalia. Ella se encuentra desayunando mientras ve la telenovela de las once.  La saludas con cariño. Ella responde igual. “¿Dónde estás?”, pregunta. “Mami, estoy aquí, camellando”, respondes. “Me alegra, ya era hora de que cambiaras de vida”, te dice. “Es por ti, bebé”, dices. “La salsoteca es esta noche, iré contigo o sin ti” te recuerda. “Amor, usted sabe que no le fallo”, dices. “Papi, te espero”, finaliza ella.
    Tu primo dice que despiertes, que estás dormido. Repite las indicaciones. Debes repetir: uno por tres mil dos por cinco mil. Y así lo haces. El asfalto caliente te fastidia, y el sol te da de frente. Tu primo parece  no sufrir de nada. Sudas, también piensas en Natalia, seré la envidia de la noche. “Mi hembra”, así piensas cuando piensas en Natalia.
    Buscas hablar con tu primo, se ha mostrado un poco distante, tal vez porque su madre le ha dicho de tus andadas, de los problemas que tienes, y no quiere que lo vean mucho contigo, ya sabes, para cuidarse. ¿Cómo va todo?, preguntas. “Bien”, responde él. “¿Crees que se pueda hacer dinero con este trabajo?”, preguntas. “Sí, si te esfuerzas”, responde él. Luego preguntas por los vecinos, que fueron antiguamente también tus vecinos. Tú primo, muy apesadumbrado, te cuenta que han estado matando la gente de por ahí. “No pueden ver a nadie parchado en una esquina porque lo van es fumigando”, así lo dice. Lamentas escuchar aquello, no puedes creerlo, maldices: “Gonorreas hijueputas”, eso es lo que dices para referirte a los encapuchados asesinos. Tu primo te da la razón, pero también dice, “eso, primo, a veces es un mal necesario, el barrio está caliente y que cada quien se labra su propio destino”. Te enojas por eso, le das un golpe en el pecho, dices, “no marica, así no son las vueltas”. Continúas el recorrido, no quieres armar bronca.
    El barrio residencial muy bonito y todo pero nadie te abre la puerta.
    ¿Qué vendes?, pregunta un hombre que oficia como vigilante de la calle. Hace un chiste sobre que no tienes cara de arepero. Eso te enoja. Dices que estás trabajando, que mejor se meta el dedo por el culo y no moleste. El vigilante de la calle se queda mirándote, mudo. Se aparta montado en su bicicleta. Desde  ese momento no te quita el ojo de encima. Cuando ve que en la esquina le das un empujón a tu primo, que no sabe que es tu primo, no aguanta y llama a la policía.
    “Mal necesario”, refunfuñas, “malnacido”. “Amigos de toda la vida muertos y este gran triple setenta hijueputa dice que es un mal necesario”, así hablas cuando llega una patrulla de la policía. Piden que te detengas. Te requisan. Piden tu cédula para identificarte. La sacas de mala gana. La pasas. Ellos hacen la respectiva llamada a la central. Estás ofuscado, ido, perdido; aflora el odio. “Sapos hijos de puta -eso es lo que comienzas a gritar cuando recibes de vuelta el documento de identidad- ¿es que no me van a dejar trabajar? Ellos se ponen bruscos. Amenazan con acusarte de “Irrespeto a la autoridad” para que guardes silencio. No te callas, continuas insultándolos.
    Allí está el vigilante de la cuadra viéndote. En las puertas de las casas ves rostros con expresión de reproche asomados.
    Te sientes furioso. “Estoy trabajando –dices- están violando mis derechos”. Manoteas. Casi golpeas a un agente. Ellos aplican un protocolo poco ortodoxo. Te golpean, según las palabras que usaron, te redujeron. Te meten en la patrulla, te acusan de atentar contra la integridad de un agente. Tu primo está también allí, puede ayudarte, pero no lo hace.
    Te repites en la mente eso de “un mal necesario” y bajas la cabeza. Cierran la puerta de la patrulla y escuchas cómo el vigilante dice a la policía que hay que acabar con esa plaga de la ladera, vienen por aquí únicamente a robar. No prestas atención porque piensas en Natalia, en su minifalda, en la salsoteca. Ves los paquetes de arepas precocidas tirados en la calle. Escupes. Saliva mezclada con sangre mancha el piso de la patrulla. 

lunes, 12 de enero de 2015

Poesía - Centroamérica - Poesía



Esta es una mirada a la poesía de Centroamérica. Tres elementos importantes. El primero, la antología de poesía 1.000 Millones, poesía en lenguaespañola del siglo XXI, editado por el Festival de Poesía de Rosario, Argentina. Sus compiladores, D. G Helder, Daiana Henderson y Bernardo Orge reunieron los autores de toda América y España rastreándolos en internet, esto porque: “… por más profusa y multiforme que sea esta producción editorial [la de libros y antologías], la búsqueda no hubiese arrojado el mismo resultado de no haberse explayado en Internet, donde la disponibilidad de publicaciones y el nivel de flujo de información son incomparablemente más altos”, escriben en el prólogo. El libro también tiene una webgrafía, en la que se indexan páginas o blog sobre literatura. El segundo, un documento es pdf, que he recibido por parte de Misael Hernández Paz, llamado Leer desde Internet

El tercero: La antología 4M3R1C4, elaborada por el poeta Héctor Hernández Montecinos. Su segundo volumen está dedicado a autores nacidos en los 80’ y 90’. la antología 4M3R1C4, sus dos volúmenes, son trabajos necesarios para explorar la poesía Latinoamericana (al igual que Halo, recientemente publicada. Reseñada aquí).

Esta recopilación -como todas- es arbitraría y tiránica. Mencionaré los poetas de Centroamerica de la Antología 1.000 Millones, se cruzan  un par de nombres con la antología 4M3R1C4, más uno del documento que me ha sido enviado. La elección la hago por una razón: Pueden descargar tanto la antología "4M3R1C4" como el archivo "Leer desde Internet", elaborado por Misael, y explorarlos más, esto no es posible con la antología del Festival de Rosario. 

Los autores son en su mayoría nacidos en los 80’. No conocemos poesía ni poetas más jóvenes de estos países. Aquí no hay alt lit, ni cambios estéticos bruscos. Sin embargo, hay cosas interesantes que valen la pena explorar. 





Comencemos.




Mara Pastor, nació en San Juan de Puerto Rico en 1980. Si hay algo llamado Cotidianidad poética sería la de Mara. Tanto en su blog, como en los libros en que se recopila su nombre (que son muchos) no deja de tener un tono limpio, cotidiano y fresco.  


     
Jeymer Gamboa, Santa Cruz de León Cortés, Costa Rica, 1980. La poesía de Jeymer describe, no busca tanto la metáfora como el objeto, al cual se acerca para hacerlo surgir, con eso que pedía a gritos Williams; la imaginación.



Glaem Parls, Santo Domingo, República Dominicana, 1980. Este es un poeta no-poeta de los que disfrutamos aquí. Durante el festival de Rosario recibí varios mensajes que me decía que era un tipo que debía conocer. Bueno, no se equivocaban. La poesía de Glaem es clara, sin mucho artilugio, simple, concisa,  y sobre todo, divertida.




Lizabel Mónica, Habana, Cuba, 1981. En Lizabel no sólo hay un sentido poético, sino también una capacidad narrativa impresionante.




Javier Ramírez, San Salvador, 1985. Javier es nadie, como es nadie hace lo que quiere y escribe como quiere y eso, aquí, en esta casa, lo apreciamos. Junto a Glaem son poetas no-poetas.



Martín Cálix, Honduras, 1984. Describiremos la poesía de Martín con un fragmento de su libro partiendo a la locura: “+00000000000: ¡lo siento… su saldo es insuficiente para completar esta llamada!”.  Esto es divertido. Lo anexamos a nuestra lista de no-poetas. Los no-poetas son aquellos que se alejan del convencionalismo.


Johanna Raabe, San Salvador, 1989. La poesía de Johanna es de ese tono que disfrutamos y que tal vez nos haga pensar en Ana Carrete o Caterina Scicchitano. En ella está la vida, demasiada vida que apreciamos aquí. Nos hemos hecho fan. 



Es claro que el desconocimiento al respecto es amplío. Exploramos algo que poco se nombra o comenta. Aún faltan esos escritores más jóvenes de los que hemos visto una explosión en otras partes del continente. Seguro los hay, seguro leerán esto, hey, escríbannos. 

viernes, 9 de enero de 2015

Ahora mismo


Hoy he pensado en suicidarme. No de una forma en específico. Sólo he pensado en mi cuerpo sin vida y en algo que sería como un gran descanso. Esto puede sonar estúpido, porque una vez muerto probablemente ya no sienta nada. Sin embargo, imaginaba algo como un gran descanso. Era consciente de este alivio, se parecía a fumar mucha marihuana o a salir victorioso de una exposición en quinto grado. Hay un programa de concurso en la televisión en el que todo es muy oscuro, los participantes deben soportar cierta cantidad de tiempo con cierto tipo de insecto, o roedor encima, a veces es comida o simples tiras de plástico. Ellos no saben qué es, deben adivinarlo. Durante el transcurso del programa pasan diferentes pruebas por el estilo. El ganador lo ponderan entre sus aciertos y el tiempo, eso creo recordar. Bueno, así me siento. Todo al alrededor se ve tan oscuro. Siento algo, se aproxima, y tengo miedo. A diferencia de algunos participantes permanezco quieto, simulando que no me importa.
Me preocupa mostrarme como un cobarde, también me preocupa dar muestras de que esto me preocupa. Esto es vanidad en segundo grado según libro que leí.
Creo que el problema de todo esto deviene de la soledad. Paso mucho tiempo solo. A excepción de los amigos con los que hablo en internet no hablo con nadie más. Pero esto no es estar solo, en el fondo, comparto y estoy con otras personas. Oímos música, compartimos fotografías. Podemos enlazarnos en videoconferencias y reír un rato. Chat Roulette suele ser muy divertido a veces. Me masturbé frente a una desconocida la última vez, ella reía. Ese es el tipo de sexo que tengo ahora. No estoy solo en realidad. Eso sólo sucede cuando me desconecto, pero nunca me desconecto.
¿Qué me enferma de la vida?
Tengo una relación con una chica, ella se llama Jade, igual que la joya, aunque nunca he visto un jade, no físicamente, he visto las fotografías en internet que es lo mismo. Ella y yo tenemos una especie de relación virtual. Hablamos mucho. Ella envía fotos de su cuerpo desnudo y habla de sus fantasías. Han pasado días en que nos hemos masturbado uno frente al otro. Le gusta que tome fotografía con mi semen sobre su imagen en la pantalla. Una vez me preguntó si no me parecía esto enfermo. Respondí que no, en ningún modo.
A veces, cuando ella no está conectada, paso largo tiempo pensando en ella. Si estuviera cerca tal vez tendríamos una relación real. Pero real no significa que lo que tenemos no lo sea, no. Sentir su cuerpo, la tibieza de su piel y no la de la laptop. Ser infiel en internet es bastante fácil, es la norma, creo. Igual que en la vida real, pero con real quiero decir la de allá afuera. Esta también es real. Si vieras el historial de mi navegador sabrías exactamente qué tipo de persona soy sin tener que preguntarme nada. Eso  es todo lo que soy. Eso es lo real. En este momento digo por real lo que hace la gente en la calle. Eso que he dejado de hacer porque he entrado en esta oscuridad aburrida en la que algo camina por todo mi cuerpo. Sufro ansiedad. A diferencia del concurso de televisión aquí no hay ningún premio. Sólo estas así, mientras otros se divierten viéndote.
La vida es una gran burla, es la risa enlatada de las comedias.
Tal vez, si quiero suicidarme, y lo que soy es exactamente todo esto que hay aquí, en la red, entonces sólo debería desconectarme. Ese sería el camino. Dejar de existir dónde existo con más fuerza. Pero pensar esto no me genera la sensación de un gran alivio, sino de un gran terror. Odiaría dejar de existir en la red. Soy lo bastante sensato para googlear mi nombre y darme cuenta de que existo, de que no quiero dejar de estar aquí. Vivo en un algoritmo. Tal vez sólo deba saltar de él como de un gran edificio.
Dejar de existir.
Desconectarme.
A lo mejor toda la ansiedad deviene de una vida banal dentro de internet. Si muriera para internet de todas formas podría seguir navegando, como un anónimo. Podría visitar pornohub, del modo en que deben hacer los fantasmas, si existen, al visitar los cuartos de las mujeres mientras se cambian. Quizá especulo mucho sobre algo sin sentido. Nicole me ha dicho que soy la reina del drama. Quizá, no todo se me va tan  mal.
Sin embargo, el suicidio, según Camus, es la única reflexión necesaria y verdadera. Hay un sentimiento de levantarme y olvidar todo. Olvidarlo como si jamás hubiera estado presente nunca en ningún sitio. Irme a un pueblo del centro del país y trabajar en alguna finca recogiendo los frutos de la cosecha. Viajar por temporadas a distintas regiones, embriagarme en las cantinas y tener muchas mujeres. Sobre todo eso; amar sin que nada me restringa. Esto es un pensamiento banal. Y demuestra el miedo que tengo frente a la vida.
Aparte de Jade hay tres mujeres más con las que llevo prácticas similares. Pero es Jade quien disfruta más el momento, o así lo parece. Ella es mi favorita, igual que de lo diferentes sabores de gelatina la de limón es mi preferida. Hay dos escritores que quiero leer, uno se llama William H. Gass y el otro Robert Coover. No he podido comprar sus libros. Aquí otro asunto que me preocupa, pero que aparento que no; el dinero.
No lo tengo.
Cada día de mi vida es encontrarme ante el limbo laboral. He hecho por lo menos veintitrés pruebas para tomar un empleo. No pruebas sobre el trabajo, sino exámenes de opción múltiple que rastrean el tipo personalidad o actitud que tienes. Algo en ellos dice que no soy apto para ningún tipo de oficio. Mesero, vendedor de tienda de ropa, zapatos, repuestos, lencería, colchones, chucherías, articulos para el hogar, cajero en supermercado, cajero en Mcdonals.  ¿Quién falla una prueba para trabajar en Mcdonals? Tal vez no sirva para nada.
Me he sentado a escudriñar algunos libros. Quiero escribir algo, me lo he planteado, y si bien no será algo muy grande, debe ser perfecto. Quizá sea la última cosa que haga en vida. No tengo muchos libros. Los pocos que tengo no me gustan tanto como los que he descargado de internet. Tal vez sólo deba saltar.
Ahora mismo.