viernes, 9 de enero de 2015

Ahora mismo


Hoy he pensado en suicidarme. No de una forma en específico. Sólo he pensado en mi cuerpo sin vida y en algo que sería como un gran descanso. Esto puede sonar estúpido, porque una vez muerto probablemente ya no sienta nada. Sin embargo, imaginaba algo como un gran descanso. Era consciente de este alivio, se parecía a fumar mucha marihuana o a salir victorioso de una exposición en quinto grado. Hay un programa de concurso en la televisión en el que todo es muy oscuro, los participantes deben soportar cierta cantidad de tiempo con cierto tipo de insecto, o roedor encima, a veces es comida o simples tiras de plástico. Ellos no saben qué es, deben adivinarlo. Durante el transcurso del programa pasan diferentes pruebas por el estilo. El ganador lo ponderan entre sus aciertos y el tiempo, eso creo recordar. Bueno, así me siento. Todo al alrededor se ve tan oscuro. Siento algo, se aproxima, y tengo miedo. A diferencia de algunos participantes permanezco quieto, simulando que no me importa.
Me preocupa mostrarme como un cobarde, también me preocupa dar muestras de que esto me preocupa. Esto es vanidad en segundo grado según libro que leí.
Creo que el problema de todo esto deviene de la soledad. Paso mucho tiempo solo. A excepción de los amigos con los que hablo en internet no hablo con nadie más. Pero esto no es estar solo, en el fondo, comparto y estoy con otras personas. Oímos música, compartimos fotografías. Podemos enlazarnos en videoconferencias y reír un rato. Chat Roulette suele ser muy divertido a veces. Me masturbé frente a una desconocida la última vez, ella reía. Ese es el tipo de sexo que tengo ahora. No estoy solo en realidad. Eso sólo sucede cuando me desconecto, pero nunca me desconecto.
¿Qué me enferma de la vida?
Tengo una relación con una chica, ella se llama Jade, igual que la joya, aunque nunca he visto un jade, no físicamente, he visto las fotografías en internet que es lo mismo. Ella y yo tenemos una especie de relación virtual. Hablamos mucho. Ella envía fotos de su cuerpo desnudo y habla de sus fantasías. Han pasado días en que nos hemos masturbado uno frente al otro. Le gusta que tome fotografía con mi semen sobre su imagen en la pantalla. Una vez me preguntó si no me parecía esto enfermo. Respondí que no, en ningún modo.
A veces, cuando ella no está conectada, paso largo tiempo pensando en ella. Si estuviera cerca tal vez tendríamos una relación real. Pero real no significa que lo que tenemos no lo sea, no. Sentir su cuerpo, la tibieza de su piel y no la de la laptop. Ser infiel en internet es bastante fácil, es la norma, creo. Igual que en la vida real, pero con real quiero decir la de allá afuera. Esta también es real. Si vieras el historial de mi navegador sabrías exactamente qué tipo de persona soy sin tener que preguntarme nada. Eso  es todo lo que soy. Eso es lo real. En este momento digo por real lo que hace la gente en la calle. Eso que he dejado de hacer porque he entrado en esta oscuridad aburrida en la que algo camina por todo mi cuerpo. Sufro ansiedad. A diferencia del concurso de televisión aquí no hay ningún premio. Sólo estas así, mientras otros se divierten viéndote.
La vida es una gran burla, es la risa enlatada de las comedias.
Tal vez, si quiero suicidarme, y lo que soy es exactamente todo esto que hay aquí, en la red, entonces sólo debería desconectarme. Ese sería el camino. Dejar de existir dónde existo con más fuerza. Pero pensar esto no me genera la sensación de un gran alivio, sino de un gran terror. Odiaría dejar de existir en la red. Soy lo bastante sensato para googlear mi nombre y darme cuenta de que existo, de que no quiero dejar de estar aquí. Vivo en un algoritmo. Tal vez sólo deba saltar de él como de un gran edificio.
Dejar de existir.
Desconectarme.
A lo mejor toda la ansiedad deviene de una vida banal dentro de internet. Si muriera para internet de todas formas podría seguir navegando, como un anónimo. Podría visitar pornohub, del modo en que deben hacer los fantasmas, si existen, al visitar los cuartos de las mujeres mientras se cambian. Quizá especulo mucho sobre algo sin sentido. Nicole me ha dicho que soy la reina del drama. Quizá, no todo se me va tan  mal.
Sin embargo, el suicidio, según Camus, es la única reflexión necesaria y verdadera. Hay un sentimiento de levantarme y olvidar todo. Olvidarlo como si jamás hubiera estado presente nunca en ningún sitio. Irme a un pueblo del centro del país y trabajar en alguna finca recogiendo los frutos de la cosecha. Viajar por temporadas a distintas regiones, embriagarme en las cantinas y tener muchas mujeres. Sobre todo eso; amar sin que nada me restringa. Esto es un pensamiento banal. Y demuestra el miedo que tengo frente a la vida.
Aparte de Jade hay tres mujeres más con las que llevo prácticas similares. Pero es Jade quien disfruta más el momento, o así lo parece. Ella es mi favorita, igual que de lo diferentes sabores de gelatina la de limón es mi preferida. Hay dos escritores que quiero leer, uno se llama William H. Gass y el otro Robert Coover. No he podido comprar sus libros. Aquí otro asunto que me preocupa, pero que aparento que no; el dinero.
No lo tengo.
Cada día de mi vida es encontrarme ante el limbo laboral. He hecho por lo menos veintitrés pruebas para tomar un empleo. No pruebas sobre el trabajo, sino exámenes de opción múltiple que rastrean el tipo personalidad o actitud que tienes. Algo en ellos dice que no soy apto para ningún tipo de oficio. Mesero, vendedor de tienda de ropa, zapatos, repuestos, lencería, colchones, chucherías, articulos para el hogar, cajero en supermercado, cajero en Mcdonals.  ¿Quién falla una prueba para trabajar en Mcdonals? Tal vez no sirva para nada.
Me he sentado a escudriñar algunos libros. Quiero escribir algo, me lo he planteado, y si bien no será algo muy grande, debe ser perfecto. Quizá sea la última cosa que haga en vida. No tengo muchos libros. Los pocos que tengo no me gustan tanto como los que he descargado de internet. Tal vez sólo deba saltar.
Ahora mismo.


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