domingo, 29 de junio de 2014

El resultado de todo esto sólo es mala literatura, un poema.



Quiero un libro, pero no tengo dinero, ¿qué hago? Lo robo.
Pero no todos los libros se dejan robar fácilmente.
Maquino constantemente sobre este asunto, sobre cómo robar libros.
Al final tienen que ser míos, porque los quiero.
Robar, comprar; lo mismo.
Una vez obtengo uno, me pierdo en él hasta agotarlo, si es que se agota, porque siempre viene otro que hace que deje de sentirme bien...
Es una necesidad.
Si tuviera dinero no padecería tanto.
Pero debo robar.

Mis actos son el resultado de un mal Sistema. 
Soy excluido si no tengo una tarjeta de crédito.
Las tarjetas de crédito son una forma de robar.

Obtengo las galeradas del libro por vías oscuras.
(Nadie habla aún de los dealers literarios)

Pero esto no acaba.
Pronto viene otro libro, no más nuevo, ni novedoso.
Sólo es otro.
Pero todo mi cuerpo sufre como si en ello estuviera el sentido de la vida, en conseguirlo, devorarlo y   hacerlo mío.
Esto es amor, y el amor es el mal.
Soy Astier robando a Baudelaire.


Le debo a los bancos, esa es la razón por la cual no tengo una tarjeta de crédito.
A veces pienso que debería conseguir un empleo que no sea mediocre y mal pago, y conseguir dinero suficiente para pagar mis deudas, pero también pienso en que me gustaría ser poeta.
Ser poeta es un trabajo mediocre y mal pago, pero lo disfrutaría.

Toda la poesía que escribo viene de los libros que he robado.
Todos mis intentos por construir una historia y una forma de narrar sólo son intentos de imitar las formas y las historias de los libros que he robado.
Atesoro esto como a una joya.

Si hablo de literatura soy promiscuo.
He amado cada libro que he leído; sus formas y sus historias.
He amado a cada autor de ese libro.

El resultado de todo esto sólo es una mala literatura.
Mi vida es frustrada.
Por eso robo otras.





  

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