Estoy
convencido de lo terrible que es esto. Estoy tomándome una cerveza solo y
recordando un amor. Es muy patético; canto como si me doliera adentro, el
corazón, pero no duele: Es una ficción el dolor. Canto, se hace inevitable
opacar la voz que sale de mí y la cerveza que entra y la nostalgia rara que queda
de estas dos acciones. Pienso en que es 2010 y que estoy sentado a la puerta de
un almacén de accesorios para motocicleta gritándole a todas las personas que
cruzan lo bueno de los productos que tengo. Hace un calor terrible, lo
recuerdo. Aquí también hace un calor terrible... Pienso que debería leer
algún libro pero tengo demasiada pereza y desidia para leer cualquier cosa. Estoy
escuchando música, dejándome llevar por todo, esperando que suceda algo. Siempre
sucede algo, siempre.
Es
la tarde, viene ella y me dice algo que
no entiendo. Sonrío, ella sonríe. Así comenzó.
Fueron muchas idas al motel más cercano, al más lejano y a cualquiera después.
Estamos en un parque y mi mano se introduce entre su jean y su piel, buscan el
coño que encuentra húmedo, me hace feliz sentir aquello. Ella hace unos sonidos que
ahora recuerdo perfectamente. Me pongo. Creo que soy terriblemente patético,
pero no debería decirlo, no debería adjetivar este momento, sino describirlo, como
hacen los buenos escritores. Qué más da. Cruzan un par de motocicletas y hacen
un ruido muy fuerte, la música cesa y el ventilador tiene un ruido muy extraño.
En el motel la desnudaba… era divertido. Pienso en qué canción reproducir
desde youtube.
Youtube
es una máquina aleatoria de nostalgias. Todo está allí y ellos saben que sientes, te recomiendan canciones que no ayudan a que dejes de pensar en una noche
hace tres o cuatro años, y que fueron los años en que realmente te sentiste
feliz. La noche más linda del mundo. En Facebook comento una fotografía. Trato de terminar la cerveza antes de que acabe la canción a la que le he dado “reproducir”.
Por última vez, esto es por última vez. Íbamos en un automóvil hacia la ciudad
de Armenia, en el Quindío, y nos detuvimos a comprar algunas rosquillas y achiras.
Todo era exageradamente caro pero no nos importó. Tomamos aquello y lo comimos,
era un paseo familiar, llevaba el celular entre las manos esperando
un mensaje, alguna señal de que me extrañaba. Todas las historias tienen su nudo para que se hagan interesantes, pero aquí no lo hay porque todo es una inconexa
red de recuerdos; esto es una máquina aleatoria de recuerdos. Es como el Ágape
Ágape de Gaddis. Encontraran repetirse muchos pensamientos. ¿Por qué una y otra
vez volvemos a lo mismo, como una vaca rumiando pasto? Voy por otra
cerveza.
Mi
sobrina se vomita en el auto, llora. Todos hacen un gesto desesperado y
paranoico al no poder callarla ni hacer que el hedor adentro del auto sea
expulsado por el aire que entra a través de las ventanas abiertas. Mandan
cerrarlas para -según siguieren- ahorrar gasolina. Estoy sentado desayunando y
comiendo mucho y ella sonríe al prepararme el desayuno. Me abraza, tiene una
mirada que me gusta y que nadie más ha tenido conmigo. Creo que mientras
escribo esto unas lágrimas empañan mis ojos, o es la humedad y se empañan mis lentes, no lo precioso y no
quiero saberlo. Estoy escribiendo. Bebo la cerveza. Escucho salsa, la verdad
la salsa no es la música que suelo escuchar. La salsa es lo que escucho
cuando me siento nostálgico. La salsa era lo que bailaba en una discoteca muy oscura
el día en que nos besamos. Ese sentimiento del amor es demasiado raro, quisiera
poder describirlo, pero no puedo.
Por
fin llegamos a Armenia y nos sentimos felices porque es el primer auto que
tenemos y es el primer viaje familiar que hacemos. Mi madre me abraza, está muy
contenta de que esté con ella allí. Yo no suelo compartir con la familia, según
dicen. Me gusta estar solo, eso es todo. Disfruto estando solo, aunque este
momento diga lo contrario de mí. Trato de recordar otros momentos, otros momentos
dentro del momento. La hoja se estrecha y se sacude y vuelve añicos todo. ¿Por
qué escribir suele ser tan difícil? No lo sabemos. Me subo a un taxi, es 2011,
diciembre. El taxista me dice que el billete que le di para pagar el servicio
es falso, me sorprendo y le doy otro. Me repite que es falso, me siento apenado
y pienso que alguien ha hecho una mala pasada y me ha metido dos billetes falsos.
El tercero lo recibe diciéndome que ese si es verdadero, me siento apenado y me
bajo del taxi ofreciendo una disculpa. No quiero que piense que soy un pillo.
Pero inmediatamente me bajo tengo la sensación de que me han robado o estafado.
Enfurezco. No sé cómo me dejé engañar de esa manera.
Ahora
busco otra canción en yutube.
Odio
la publicidad que agrega youtube al inicio de los videos. Veo las parejas de
enamorados desde mi ventana y pienso que esa sensación es bonita. Pienso también
que no deja de haber algo de vulgar en la forma en que he desempeñado el amor. Siempre
he pensado en divertirme, nada más. La cerveza está helada y la computadora
está tibia. Tecleo tratando de hacer algo que algún lector quiera tener y
desear. Que quiera leer y quiera amar como me gustaría sentirme en este momento.
Soy malo con las metáforas, aquí debería ir alguna que explicara la forma en
que me gustaría sentirme amado, pero no la hay. Pienso en la mirada de ella mientras desayunaba e imagino que debe ser algo así, como esa mirada que hace sentir
que has hallado tu lugar en el mundo, pero tal vez no sea más que una ilusión o
un espejismo o tal vez todo es tan real y lo hago triste, engañándome pensando algo distinto. En Armenia nos encontramos a
mi primo montado en un caballo inmenso, patrulla las calles. Él es policía,
de la policía montada. Se le ve feliz. Con mi primo jugamos mucho de niños y
tengo recuerdos buenos de esa época. Ahora poco nos hablamos. Cuando leí a David
Foster Wallace me cambió la vida. Hace poco vi school of rock y lloré. No sé,
estar solo es malo, debería estarme prohibido. ¿Por qué diablos el
ventilador hace ese sonido tan extraño? Tal vez necesite mantenimiento, no soy
un experto en mantenimiento de ventiladores. Quizá lo revise al terminar de
escribir esto. Tomaré los destornilladores que están en el taller. Iré y
revisaré aquello.
Esto
debería tener otro filtro, otro tipo de narración. Si seguimos así probablemente
no terminemos en ningún lado. Si el lector ha llegado hasta aquí, ¿qué pensamos? ¿Triunfo o
fracaso?
Ella
viene y trae dos cervezas. Río con sus chistes malos. Nos abrazamos, ella me
dice que me quiere mucho. Le digo que lo mismo, que me siento afortunado. Caminamos. Fumamos marihuana con un grupo de hippies en un parque. Ellos nos casan con
un ritual que no entendemos mientras cantan a la luna y nos ponen manillas en
las muñecas que luego debemos pagar. Nos dicen que somos una pareja muy sexual.
Ambos sonreímos. Salimos corriendo calle abajo, dándonos besos en las esquinas
o recostados contra las paredes. Sus ojos son inmensos, oscuros. Sonríe. La estrecho
contra mí, luego la alejo sin soltarla de la mano. Corremos, nos escondemos
tras los autos para besarnos. Podríamos tener quince años, pero ambos tenemos
más de veinte.
Reímos.
Nos despedimos.
Cada uno aborda un taxi distinto.
Reímos.
Nos despedimos.
Cada uno aborda un taxi distinto.
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