A las seis de la mañana en la televisión pasan el
noticiero; un accidente de tránsito, tres muertos, la ciudad congestionada,
protesta de usuarios del transporte público, escándalo de corrupción. Lo de
siempre. A la seis de la mañana suena el timbre de la puerta, desesperado. A
las ocho y cincuenta ya había comenzado el show matutino, exhiben una vaca de
cristal de unos 20 cm de ancho y un metro de alto, llena de pelotas de pin-pon.
La vaca obedece a dos significados. El primero, la vaca, obvio, es el animal
que da leche y que está representado en el almanaque que hay en la cocina. El
segundo, la expresión que se usa para reunir dinero con cualquier excusa. La
vaca de cristal llena de pelotas es el elemento que usan los presentadores del
show matutino para sortear cierta cantidad de dinero, que va acrecentándose día
a día hasta que alguien acierte a decir cuántas pelotas tiene la vaca a
dentro. La primera en recibir la llamada
fue una mujer que dijo llamarse Claudia. Son las diez de la mañana y un par de
huevos se fritan en el sartén. Las cascaras de los huevos no caen en la cesta
de basura, chocan contra el suelo. El resumen de lo que aconteció en La Voz, un
programa musical en el que cantantes amateur y profesionales sin suerte van a
luchar por un premio que suma algunos cientos de millones, es presentado por
Catalina Gómez durante la mañana. La mejor es la chica de cabello crespo y
alta, cantó I will always love you, el jurado quedó conmovido. Ricardo Montaner
levantándose de su silla dijo que era lo mejor que había escuchado. Fanny Lu
sonríe y dice “Creo en tu futuro, creo que eres maravillosa”. Cortan las
imágenes, hay un avance de última hora. La taza de café humea, un trozo de pan
entra en ella. El pan absorbe como una esponja la bebida oscura. Una carta
sobre la mesa se mancha de café, pequeñas gotas la adornan. A las doce del
mediodía hace un calor terrible. La telenovela de esa hora es tediosa, ya casi
comienza el noticiero. Sobre el comedor hay una bolsa plástica con alimentos,
un gajo de cebolla larga sobre sale de ella. La estufa está encendida. La
boquilla más grande tiene una olla con agua que al parecer pronto va a hervir.
Las cascaras del tomate entran a la cesta de la basura, hacen un sonido al
golpear la bolsa como si alguien mandara o quisiera callar a otro; shh. A la
una de la tarde el televisor cambia continuamente de canal. La ventana está
abierta. Una carta del juzgado primero entra por debajo de la puerta, se
desliza hasta chocar con un mueble, choca en el lugar que tiene una mancha
oscura. En el canal 72 habla Benny Hinn,
se detiene. “Dios lo hará”, grita el predicador. “Dios lo hará”. A las tres de
la tarde Amparo Grisales se desnuda para que un fotógrafo la retrate. A las
cinco y media se han acumulado diez envases vacíos de cerveza póker sobre la
mesa de centro de la sala. La ventana está abierta y desde fuera entra una
canción que dice: “he mojado mis sábanas blancas recordándote”. En la cocina los trastos
sucios se han apilado, hay moscas volando alrededor. Un comercial de Pepsi muestra a un hombre
llegar en una furgoneta con un gran equipo de sonido, instala un micrófono en
frente y abre una Pepsi dejando que el sonido de esta sea tomado por el
micrófono y amplificado por su gran equipo de audio. El sonido se amplifica a
una playa enorme en la que hay mucha gente de aspecto atractivo. Todos se
abalanzan contra la furgoneta. La furgoneta también es una tienda ambulante de
Pepsi. Todo esto ha sido comentado en un libro que hay en la biblioteca, está
lleno de polvo. Un carrito de helado pasa por el frente de la casa, repite
continuamente el sonido de Beethoven en formato midi. A las ocho de la noche la
única luz es la del televisor que muestra a Sylvester Stallone golpeando a un hombre hasta la muerte. Hasta la muerte. El
humo de un porro se establece como niebla frente a la pantalla. Una cucaracha
mueve sus antenas sobre y alrededor de las cascaras de huevo en el suelo. Lo
hace como un ciego tocaría el rostro de su hermano para reconocerlo después de
mucho tiempo. Son las diez de la noche, una mujer se desnuda. Son las once, hay
vidrios oscuros tirados por el suelo. La mesa de centro de la sala está rota. El
sonido del agua bajando por el retrete. Un paquete de Cheetos vacío y aplastado
reposa sobre la carta del juzgado primero. Suena el teléfono. No parara de
sonar hasta que retrasmiten un episodio de Friends en un canal de televisión
peruano.
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