lunes, 20 de junio de 2016

III


El final, pero… cómo: Todo va en círculos, estoy solo y quiero permanecer así. La distancia. La gente ama las vanguardias que son contestatarias o que son fieles políticas de los desposeídos. Siempre he pensado que hay en esto algo de romanticismo, y es mucho mejor sólo haber leído a quienes admiras que llegar a conocerlos. Las viejas glorias y vanguardistas se convierten en tipos gordos y acomodados que van a hablar igual que un padre de familia. Y van a reproducir los mismos pensamientos por los que saliste del hueco que llamabas hogar. Anoche hablaba con un tipo que conocí sobre esto, sobre lo enclaustrada que está la literatura. Pegada de la institución y de círculos que no se abren. Que te piden carné de poeta para entrar o cierto tipo de conocimiento previo para poder disfrutar. Valdría la pena irse y desaparecer. Pero la vida es una cosa rara que no entiendo. Ayer leí a alguien las cartas de Joyce a su amante y fue estupendo. Siempre me han gustado esas cartas, he tratado muchas veces de poder escribir algo así. Tan ansioso y sucio; ansioso y temeroso. Le escribí luego a CM contándole lo que me había pasado, estaba alucinando y con el cuerpo aún sudoroso. Incluso si lo quisiera esto no va de sexo. Va de la literatura, de Verastegui y Pimentel, de cómo disfruto leerlos pero odio escucharlos opinar sobre lo que sea. Porque no creo en la contestación desde la literatura a nada. No creo en contestación alguna. Creo que nada vale la pena y que hacer algo o nada es lo mismo, pero que entre esas dos prefiero hacer algo. Lo que me salga de la puta imaginación. Y anoche hablaba de eso también, de cómo aprecio las palabras de Williams a la imaginación en spring and all. Pero también hablé de Grillet y de Blanchot. De que no entiendo la mayoría de la poesía que leo. Así que a la final, ¿a quién le importa? Uno habla por hablar y dice tonterías todo el tiempo. Regalé una edición de los poemas a Laura de Petrarca a un niño que vino a casa para que le ayudara en una tarea, como si no existiera internet. Sin embargo, todo esto va de que quiero cerrar esto, acabar esto. Y por eso he llegado hasta aquí. Pero, nada. Ayer me dijeron que me amaban. El final. Cerrar algo es complicado. Cerrar una puerta. Azotarla, no. Azotarla no. Salir y no volver a mirar atrás. Anoche volvía a casa muy tarde y disfruté las luces naranjas de las calles. También me puse increíblemente triste. Sin embargo, fumé algo de hierba en un parque. Un hombre pasó y me pidió un poco y yo le dije que se sentara a mi lado. Que le dejaría un poco. Así lo hizo. Me habló de la calle y de su familia. Yo movía la cabeza, como si asintiera a sus palabras. Me han dicho que quieren algo conmigo y he dicho “tenme paciencia”. Me han dicho ven aquí conmigo y he dicho “iré”. Dos tipos me han escrito pidiéndome sexo y les he dicho amablemente “no”. Son algo como amigos lejanos, también poetas. Estar solo. Todo va en círculos. Ave Soul es un libro increíble pero escuchar a Pimentel es algo patético. Anotar, “La distancia es algo imposible de resolver”. Estoy aquí solo y no sé si quiero permanecer más así. Los setenta dejaron en Perú Hora Zero y en Colombia algunos vestigios de cine y literatura con Nadaístas y el grupo de Cali. Andrés Caicedo y Guerrero… Guerrero el otro día insultaba a alguien a la afueras de un bar. Le dijo a Diana,  la única chica que me entiende, que era muy linda. Nos reímos. Esa es la vanguardia. De ella se salvaron Gonzalo Arango y Andrés Caicedo al morir. Mejor morir lleno de ideales frustrados que convertirse en un viejo gordo que declama poesía con un sueldo que pone el gobierno. No creo en nada que no sea la obra de las manos. El propio oficio. Pero esto también es absurdo, aunque suene bonito y deba anotármelo por ahí para ponerlo en boca de algún personaje. O para comentarlo con López y El Rata a ver qué dicen. Aunque se burlarán. Ellos son la vanguardia, así lo creen, idiotas… quizá debería salir. No. A Ver, quería decir que… ¿Cómo explico este tríptico? La vida nunca te da lo que quieres. Aunque quién sabe. Joyce escribe Ulises y puso diferentes estilos en cada capítulo. Esto de una novela pensada en el estilo lo tenía en la cabeza también Flaubert. Y digamos, de algún modo, en los escritores posmodernos norteamericanos. La forma, ya no la historia o la anécdota, sino ¿cómo contar? Y así. Eso me gusta. Aunque bueno, tengo hambre. Debería comer algo.   

6 comentarios:

  1. Es curioso leer por un lado que te quejas de la academia y por otro que ahora trabajas con la Universidad y con la Biblioteca.

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  4. Es curioso que te quejes de la academia pero vayas a sacarle la plata a Bienestar Universitario para tus viajes, que lleves desangrando la educación pública y los recursos del estado con un pregrado de casi una década, como todo un buen poeta que vive de la burocracia, has aprendido bien los vicios ¿de qué te quejas?

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    1. Doña Melba, si tiene copia de un tabulado que diga estoy estudiando y una copia de alguna carta con mi nombre y firma pidiendo dinero, le creo.

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