Los relatos perdidos en la cotidianidad del libro Diarios de Nada bien podrían ser todos una misma y sola historia, que a diferencia de lo que intenta decirnos: Esto son relatos que van hacia ningún lado, en realidad se dirigen hacia esos momentos tediosos o aburridos en donde las decisiones triviales son pan del día a día. ¿Es Diarios de Nada una absoluta huida hacia el vacío? Probablemente no, pero es el fragmento de realidad que tratamos de olvidar por no llevarnos a ningún lado. Y precisamente ese ningún lado tiene una dirección precisa; la intensidad y exploración narrativa.
Juan Guillermo Sánchez es un
escritor colombiano, que contra toda dificultad emprendió una campaña para financiar el libro, en el que creyó desde el principio. Había participado en el Concurso de
Cuento Ciudad de Bogotá en 2007, no ganó, pero no dejó allí la
posibilidad de ver materializado sus histéricas y tediosas historias (cualquier
adjetivo que pudiera valerse de un significado negativo aquí adquiere otro
sentido). También contra todo pronóstico Juan G. Sánchez me sorprendió con un
regalo en día de reyes, una copia de su libro autografiado. Espero hacer honor
a ese obsequio.
Los 16 relatos que integran
Diarios de Nada no tratan de ocultarnos nada, refieren hechos cotidianos, sentimientos
a los que se tiene fácil empatía. No hay adornos, ni grandilocuencias, tampoco
está clara una elaborada técnica narrativa. Dentro del libro notaremos
diferentes formas de llevar la historia. Tenemos, por
ejemplo, Fuga Big-Bang en una histérica y peculiar narración que se desarrolla
en primera persona y con tintes metanarrativos que te saca una sonrisa.
Historias que parecen ir de para atrás como Loto Punk. Historias de
borracheras, salidas nocturnas, relaciones de pareja; catarsis del novel escritor
tratando de dar vida a sus historias.
El libro ha jugado con un
elemento que lo hace dinámico. Integra bajo el título de cada relato un
paratexto que te llevará a una página web, en la que podrás leer un poco más
sobre este o el escritor. Este paratexto es muy interesante en términos de
conectividad. En su versión física o digital podemos acceder a contenido
distinto, que amplían o generan grupos de lectores. Esto también amplía la
propia proyección de la idea de libro tan en debate hoy. Estos paratextos son fácilmente
leídos por un teléfono celular o en la versión digital (que encontramos gratisen internet) a un clic.
Al leerlo notamos una voluntad
desenfrenada que nos quiere llevar al caos, una escritura que quiere Ser. Allí
lo valioso de esta propuesta. Tenemos historias cotidianas bajo todas estas
pinceladas de un escritor joven, con todos los errores que implica la
escritura, pero también con toda la fuerza por vencerlos. En nuestras manos
tenemos un panorama sobre la vida en crudo, escrito con terquedad.
Juan Guillermo Sánchez es autor
también de la novela Balda Track, recientemente fue lanzada. Desde Canadá
tenemos esta historia que está impregnada de música por todos lados. Se cuela
entre el amor, la vida académica, la vida laboral y los bares. Jugando un poco
con la forma del libro o con la idea de novela Juan G. Sánchez nos da opciones
de lectura, cualquiera a decir verdad, mientras nos da links y posibilidades de
saltar a canciones que proponen ser la banda sonara de cada capítulo. De nuevo
un elemento de conectividad que intenta unir esos aparentes enemigos lo físico y
lo digital. Con lo que tenemos no una novedosa idea, sino una forma distinta de
leer. Ante lo que, como sabemos, Steiner se aterraría.
De Juan Guillermo Sánchez tuve
noticia gracias a una columna en ElEspectador.com, junto con otros escritores colombianos y que han dejado su obra libre en la internet como Fabián Buelvas, un
escritor con influencias cortazianas en su escritura, o Javier Moreno, en una escritura que raya con situaciones absurdas.
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