Se detiene frente a una pared,
saca algo como una hoja de cuaderno de su bolsillo, la arruga y la dobla. Trata
de darle forma de no-forma. La pone contra la pared, saca su cámara y dispara
indiscriminadamente, en repetidas ocasiones, a la hoja puesta contra la pared.
Él se mueve de un lado a otro. No se escucha el sonido de la cámara porque hay
música muy alto. Le digo a Lorena que siempre me han parecido tontos los fotógrafos.
Ella me pregunta el porqué. Trato de explicarle mis razones. Ella sonríe y dice
que no sabe. Creo que piensa que he sido un idiota por decir aquello. Supuestamente aquí hay una fiesta. Pero las
personas están distantes. La música que tocan es como tecnocumbias muy modernas
y cools y muy en onda que me parecen detestables. Tocan una salsa y quiero bailar.
Esperamos a Marcela. La fiesta también es la fiesta de los exnovios de Marcela.
Están por ahí, por todos lados, en la terraza oscura en donde supuestamente hay
una fiesta. Le muestro a Lorena la reunión singular de personajes. Lorena dice
que tal vez ella los invitó. Pienso que sí, tal vez. Hablo de libros de forma absurda,
en realidad no quiero hablar de literatura pero no sé de qué más hablar con
Lorena a quién no veía en semanas.
Andrés está follando con Milena,
me dice. Le pregunto que cómo. Me dice que no sabe, que escuchó que estaban
saliendo, le preguntó a Andrés y este contestó afirmativamente. Le digo que
cómo sabe que están follando, tal vez sólo salen. Me ve como si fuera un
ingenuo. Le digo que siempre me ha parecido Milena una mamacita y que Andrés es
un malparido. Me dice que está de acuerdo. Siempre he querido estar con ella,
le digo. Todos han querido estar con ella, me dice Lorena viendo a una pareja
que intentan bailar sin lograrlo. Le cuento que estoy follando con Caro. Caro es
divina, me dice. Lo sé, digo. Me pregunta que cómo. Veo que el fotógrafo ahora
nos dispara a nosotros y giro el rostro, me pongo tenso. Odio las fotografías. El
tipo se acerca, se agacha y trata de tomar algo de nuestros rostros. Quiero
captar la esencia de la noche y el alma que veo en tu rostro, le dice a Lorena.
Ella ríe, pero es una risa incomoda. La luna está hermosa, dice una chica que
ha estado junto a nosotros todo el tiempo. Ella habla con alguien más, pero
dice aquello de la luna para llamar la atención del fotógrafo quien levanta su
rostro y dice que es verdad. El fotógrafo comienza a tomarle fotos a la luna. La
chica junto a nosotros nos mira, sonríe y nos guiña un ojo. Hacemos lo mismo. Comenzamos
a conversar con ella y con alguien más quien, pienso, es su novio.
A la madrugada me encuentro con
una chica en uno de los baños del lugar. El lugar es una casa enorme. Ha sido
adecuada como lugar de cultura y arte. Creo que no hay mucho que mostrar, sin
embargo es algo que tiene futuro. Me hace sexo oral, tengo lo ojos cerrados.
Todo está oscuro porque no encontramos el interruptor de la luz. Escucho que
tocan la canción “Espiritualmente”, me encanta aquella canción, pero no es la
canción que conozco, sino una versión más pachangera. Me digo que es una
lástima. La chica alumbra con su celular. Pienso por un momento que se le ha caído
algo. Luego me doy cuenta que habla por whatsapp con alguien. La tomo de la
cabeza y me muevo violentando su boca. La felación se hace agresiva. Ella no
suelta su celular. Me dice que le gusta. Me pregunto si le estará escribiendo
mensajes a alguien contándole lo que está haciendo. Fantaseo con esto un poco. De
pronto ella se hace a un lado y vomita. Sin embargo no suelta su celular. Salgo
de la habitación asqueado y abrochándome el pantalón. Casi tropiezo con una
chica con la que salí una vez. Una amiga de Marcela que conocí en su fiesta de
cumpleaños hace algunos meses. No recuerdo su nombre. Le sonrió. Ella se asoma
al baño, enciende la luz (el interruptor estuvo todo el tiempo en nuestras
narices) y ve a la chica tumbada en el suelo, junto al vómito, cagada de la
risa y escribiéndole a alguien. Salgo de allí para buscar a Lorena.
Marcela llego dos horas después de
la hora prevista por ella misma. Llegó con su novio. Hicimos caras y
comentarios indirectos acerca de sus exnovios. Ella sonreía. Lorena y Marcela
quizá sean las únicas amigas que tengo. Me gustaría follar con ellas. Estamos
sentados en una mesa con dos personas más que presentamos a los recién llegados.
El fotógrafo viene a saludar a Marcela,
le toma fotografías. Hay dos fotógrafos más tomando fotos del suelo y a los
pies de la gente. Los veo agacharse y rodar por el suelo. Estallo en risas. Esto
fue cerca de a las 11 de la noche. Entonces apenas habíamos tomado la primera
botella de Blanco.
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