-Todo
se va construyendo a partir de los movimientos y cosas que dice. No se puede
evitar ello: Ha tratado de no pensar en nada pero luego ve por allí encima de
la mesita de noche algo que dice “No pensaba en nada”. Están estas cosas por todas partes; paredes, techo,
suelo; sobre todo en el suelo, regadas como notas de periódico que algún
compulsivo detective hubiera recortado. Pero no son recortes de periódico, son
palabras que flotan. En la habitación son él y todas esas cosas.
-Son
sólo textos, dijo Isabel, tratando de darle forma a la idea.
-Sí,
pero no son sólo textos, ellos están por encima de él, hablando de él,
señalándolo a él, como un montón de ojos que de repente se les ocurre dar la
vuelta y verse a sí mismos; leen al ser leídos. Es aterrador.***
Toda
la sicosis no se muestra más que con su incapacidad de escribir, por eso las
palabras flotan sin poder ser articuladas por la habitación –eso diría luego el
profesor-. Se sentía acusado por no ser sensible al mundo que todos llaman real. Francisco Asistía al curso de escritura más por terquedad que por talento. Pensó que si dejaba
de prestarles atención a aquellas historias que decían has algo serio acabaría todo. Termino aporreándose
contra el aire cada día mientras iba a trabajar. En muchos sentidos actuaba
como un yonqui; la soledad, el silencio, la mirada pérdida, las historias
increíbles que aseguraba eran verdad. Aterró con ello un tiempo a su familia. Son sólo textos, dijo Isabel tratando de
darle forma a la idea que daba el profesor en clase. Todo esto era y no era, ese era el juego. Habían
opciones pero en una de ellas convierte la paranoia en los eslabones que resolverán
un crimen, el suyo que ocurriría en un camino de espejos (Aunque no hay certeza
de que muera exactamente). Empieza a ligar uno a uno cabos, fechas, versos y un
día en la biblioteca mientras reconoce en un libro de Barth el último eslabón
de su experimental vida, la última pista que daba forma a todo ese aire
condensado en palabras, lo pierde y olvida como era todo. Eso derrota a Andrés
quien se queda hablando toda su vida sobre un escritor cualquiera, viendo al
vacío como quien ha perdido una esperanza. Claro, era una opción que desecho.
***
Un día:
Caminó hacia la biblioteca y vio otros ojos igual de consternados a los suyos. Quiso
acercarse pero no tuvo el coraje de ir allí y empezar una conversación. Lo siguió
de lejos con la mirada, no sabe que curiosidad lo empujaba. Aquel tipo tomó de
los anaqueles un libro de Wallace, otro de Ensayo y Crítica escrito por Bloom.
Para disimular Andrés tomó uno de Javier Moreno, Lo Definitivo y Lo Temporal.
Leyó sin leer. Vigilaba viendo por encima del libro. El otro hombre tuvo lo que
pareció un pequeño escalofrío y empezó, recurrentemente, a mirar hacia atrás.
Se levantó. Andrés espero un rato. Se levantó y fue hasta la mesa en la que
antes estaba aquel tipo. Había algo, lo tomó y lo escondió, se dirigió hacia la
salida. Ya en la puerta vio como el tipo volvía desesperado buscando eso que
había olvidado. Abría los libros, buscaba bajo la mesa, preguntaba a los encargados.
Andrés abandono el lugar. Se dirigió al bar.
***
-¿Crees que no tiene sentido?
-No es que no lo tenga, sólo que ese
sentido está vacío.
-¿No es lo mismo?
-No, no tener sentido es no ver nada, yo
en cambio veo todo. Es difícil salir de esta encrucijada. Reviso cada día las opciones
y llego al mismo punto.
-Entiendo… aunque creo que tú en particular
estas enloqueciendo.
-Hace tres días me llamo mi padre, las
cosas no van bien en casa, él cada vez envejece más, no puede trabajar, ¿sabes?
No tiene una pensión. Siempre fue un trabajador informal, un hombre buscando el
dorado. Jamás lo hallo, y eso le costó que hoy carezca de algo como una
pensión. Vive de la ayuda de mi hermana, y de la mía cada vez que puedo. La
llamada que me hizo me dio a entender que debe hacerse más frecuente. Eso me
preocupa… creo que debo abandonar todo.
-Ahora entiendo. Pero no te preocupes.
Igual terminaras matándote.
-No molestes y dame otra cerveza.
***
El cielo afuera está limpio. El sitio en el que toma la cerveza se llena cada vez más. Si el cielo sigue así será una linda noche, piensa. Se bebió la cerveza, pagó la cuenta y salió. Afuera el día era aún más perfecto de lo que pudo intuir al ver a través de la ventana. Sería perfecto para escribir una gran-historia-aburrida, pensó.
***
Tuvo
lo que aquel tipo había olvidado en la biblioteca en sus manos, algunos días. Era
distinto a lo que hubiera visto antes. Volvió a la biblioteca al día siguiente
y volvió a ver al tipo esculcando libros en los anaqueles. Él sólo observaba.
Al día siguiente volvió y allí estaba, se veía desecho, como si no hubiera
comido ni dormido nada. Esta vez armo un alboroto que obligo a que le sacaran,
gritaba algo como “cómo pude olvidarlo… lo necesito” todos creyeron que estaba
loco. Él sabía que estaba enfermo y desde allí empezó a tener ese miedo de
perder la cabeza. Sólo son textos -dijo su madre una vez que fue al apartamento-,
no te preocupes. Asintió aquella vez.
Tenía igual que ahora la cabeza revuelta, llena de cabos sueltos y palabras que
flotan. Ahora sé que no puedo vivir sin ellas, y ellas sin mí no serían lo
mismo -se decía-. Las leo y me leen, es una delgada línea en la que simplemente
somos. Y Somos en está habitación esas cosas y yo.
***
-Dios siempre nos da opciones, pero sólo una es la correcta. Él nos la presenta y espera que en nuestro corazón meditemos cual es la más idónea. La correcta.
-Dios siempre nos da opciones, pero sólo una es la correcta. Él nos la presenta y espera que en nuestro corazón meditemos cual es la más idónea. La correcta.
-¿Eso funciona como una especie de
concurso?
-Si así lo quieres ver.
-El premio está detrás de la puerta
correcta, o al decir el precio correcto de la escoba de finas puntas importada.
No te parece un poco caprichosa esa idea. ¿Por qué sólo hay un camino?
-Siempre es uno sólo a pesar de las
múltiples opciones. El punto está a dónde te llevan cada uno. Podrías decidir
acabar todo justo en este momento o podrías aguantar un poco más. Una y otra traen
consigo otras opciones. Cuando me fui a vivir con tu padre no teníamos nada,
fue una decisión apresurada sin duda, nos costó adaptarnos, no sólo a las
comodidades que ya no teníamos y que disfrutábamos en casa de nuestros padres,
sino adaptarnos a nosotros mismos también. Y mira, lo soportamos y creo que fue
lo mejor que me ha pasado.
-¿Has pensado alguna vez que fue una
decisión equivocada, como no decir el precio correcto y ver como se esfuma en
el aire la posibilidad de obtener el premio?
-Sí, pero en mi corazón, que entonces
palpitaba lleno de amor, fue la mejor. El camino es uno, pero no es único.
***
Lo que había olvidado aquel tipo en la biblioteca la olvido él también, no supo cuándo ni dónde, pero no le afecto. Sólo se perdió para siempre igual que aquel tipo de la biblioteca; se quedó aparcado afuera de ella, en las escaleras, hablando de algo que fue muy fantástico pero que ahora se ha ido. Sufría de nostalgia y añoranza, se quedaba viendo a la nada, le recordaba a un tipo que conoció en clases de literatura y que todo el tiempo hablaba de Borges.
Lo que había olvidado aquel tipo en la biblioteca la olvido él también, no supo cuándo ni dónde, pero no le afecto. Sólo se perdió para siempre igual que aquel tipo de la biblioteca; se quedó aparcado afuera de ella, en las escaleras, hablando de algo que fue muy fantástico pero que ahora se ha ido. Sufría de nostalgia y añoranza, se quedaba viendo a la nada, le recordaba a un tipo que conoció en clases de literatura y que todo el tiempo hablaba de Borges.
***
Se levantó de su escritorio y se asomó a la ventana. El vigilante de la cuadra, un trabajador que ganaba su sueldo de la buena voluntad que tuvieran los vecinos para pagar una cuota que podría ser semanal, quincenal o mensual. Un trabajo informal tan peligroso como aburrido. Aquel hombre levantó la mano para saludarlo y él contesto con igual gesto. Sentía hambre. No había nada en la alacena y lo sabía bien. Se consolaba con un verso “Cuanta terquedad”. El nombre del poema era Ezra Pound Pone una Toalla Sobre Mis Hombros y Da Instrucciones. Se quedó meditando en aquel título y en aquel poema, veía hacia la pequeña biblioteca en su habitación buscando aliento, pero los libros estaban quietos, estáticos unos contra otros, algunos llenos de polvo. Tomo la llaves de su casa y salió.
***
-¿Todo siempre se verá así, como un encrucijada?
-No lo sé. Pero si no tengo éxito no me
quedarán muchas esperanzas.
-El trabajo en el centro comercial me
está matando, debo trasnochar mucho.
-¿Vale la pena?
-Tengo mi cheque cada 15 y 30, no
necesito más.
-…
-Tráeme tu hoja de vida la próxima semana,
veré si puedo ayudarte.
-…
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