martes, 29 de octubre de 2013

Nada

El televisor encendido, a todo volumen. Mi sobrina juega y la abuela grita. La noche es fastidiosa. Mi cuerpo suda, la pantalla del portátil hace brillar el rostro; me muerrdo los labios, pupilas dilatadas, mirada lasciva. En el porno todos gritan, igual que en casa, el ruido es sinónimo de vida, todo es una locura. Sasha en la pantalla me saluda. El ruido aturde mi cabeza, estoy tirado en la cama. Luego de un rato me levanto. 

Veo desde la ventana, está junto a la biblioteca, y veo a través del cristal y luego giro hacia los anaqueles de madera de la biblioteca. Afuera la luz naranja en el pavimento, las líneas blancas de la calle, un perro pasa oliendo entre el césped aquí y allá. Al otro lado, en los anaqueles de la biblioteca, está En el camino, Keurac. Pulp, Bukowski, una pequeña porcelana en la que un joven toca una guitarra, algunas revistas musicales llenas de polvo, un libro de Roberto Bolaño. Un vistazo a la ventana otro a la biblioteca. Tediosa sensación. Llevo un jean y una camiseta blanca, estoy descalzo. Bajo mi cama hay escondida una botella de aguardiente, la saco y bebo un par de sorbos. Junto a la ventana invento poemas. Una chica pasa, lleva unos pequeños shorts; trasero grande. La saludo con una sonrisa, no la conozco. Responde amablemente con la mirada, sigue de largo.

Escucho el televisor que está en el primer piso y a la pequeña niña repitiendo lo que escucha con gritos agudos. Me desespero un poco. Sofía ha vuelto, la universidad está detenida, y no tengo un trabajo. Mis días avanzan, no mejoro en la poesía, bailo igual de torpe que antes y bebo siempre que puedo hasta perder la memoria; la vida de ensueño, y estoy peor que la última vez. Antes el futuro consolaba. El vigilante de la cuadra cruza en su bicicleta, me saluda levantando la mano, respondo con igual gesto. Tomo un libro de la biblioteca.    

miércoles, 16 de octubre de 2013

Enfermedad

Tengo frío. Me obligó a abrigarme bien. No pude dormir anoche, me alteraba con cualquier ruido. Pensé que los imaginaba. Me quedé largos ratos de tiempo viendo en la oscuridad nada. Tratando de reconocer sonidos. El frío se volvió una horrible sensación en el pecho que aun poseo. Es como sentir que algo malo sucederá en cualquier momento, algo realmente malo, y tengo miedo de que suceda; trato de abrigarme pensando que sólo es el frío que siento, ha llovido mucho en esta ciudad y los vientos son helados. Llegó el invierno y me está provocando unas molestias de verdad desesperantes. El frío que siento en el pecho parece arder. Una sensación de sentirme muy "suave" poseo, como cuando estás metido en una piscina y caminas o flotas, esa sensación. Temo desmayarme. Una sicosis me ha invadido al leer, las letras me irritan, dicen cosas que me molestan. Alternativamente he tratado de crear historias propias en mi cabeza, pero estas multiplican la opresión en el pecho. Me siento enfermo. Un libro no es un buen compañero. Me siento como este joven estudiante Raskólnikov, tengo esa sensación de ir a la deriva, de haber hecho algo (que es como la imagen de un sueño), y crece un sentimiento de aprensión o de inminente caída. No he podido dormir aun cuando he intentado hacerlo en el día, con mis ojos cansados y mi cuerpo débil. Creo que al dejar esto aquí me iré a ver la televisión. El cielo cruje, siento sed y frío. Me levanté muy temprano en la mañana; tengo unas botas puestas, sobre una medias gruesas; un pantalón de jean negro; una camisa azul maltrecha; una chaqueta que mi hermano me prestó. Mis ojos están rojos, como cuando estás drogado o llevas muchas horas sin dormir. No puedo asegurar que no he dormido, lo he hecho pero he dormido mal. Me quedo entre despierto y dormido y cuando me estoy hundiendo en la profundidad negra de la inconsciencia algo sobresalta mis nervios, algo que es como un ruido que toma algún lugar de la casa por asalto, también es como la sensación de que falta algo; Algo falla, algo sucederá y es muy malo, Dios!...

Hay un sonido muy agudo en mi oído. Me recuerda cuando en casa cocinan fríjoles, y la pitadora expulsa todo el vapor de dentro de la olla. Ese tipo de sonido que en las películas tienen las teteras al fuego. Imagino vapor saliendo de mis oídos; se está cocinando mi cerebro y eso explicaría la falla de este en los últimos días. Cerebro no. Rose, harsh rose... leía ayer. Rosa, áspera rosa, creo traduce la oración, el primer verso de un poema de H.D. las cosas bellas de la vida son una ilusión. Cerebro, áspero cerebro. Sonrío. 

Anoche mientras trataba de dormir me sobresaltó uno de estos ruidos que desaparecen cuando abro mis ojos y mis sentidos exacerbados por el miedo escarban en la oscuridad y silencio sin hallar nada. Me levanté para echar un vistazo. Salí y no vi a nadie pero mi corazón latía fuerte ¿un inminente encuentro seria posible? No, estoy solo. Sirvo un vaso de agua. Tengo frío pero también sed. Estoy sudando y llevo mi mano por el rostro cada tanto tratando de despertarme y dejar atrás lo que siento, no funciona. Me sostengo de la pared para volver a mi cuarto. Algo está mal. Trato de buscar mi celular bajo la almohada pero no está. No sé porque comencé a escarbar en mi memoria imágenes de las novias que he tenido, una lujuria me invadió: Me vi, de manera muy real, fuera de mí en otros cuartos. En esos otros cuartos me escabullía como un ladrón, sigiloso y espiaba a los amores de otros tiempos mientras dormían. Fue extraño, la noche era azul, y mis manos blancas. Sentía la adrenalina caminar por mi cuerpo. Al acércame veía como alguien de en medio de la oscuridad (cuando más cerca de  los cuerpo sobre las camas estaba), salía persiguiéndome, haciendo estruendos, y era yo, y despertaba hacia la oscuridad y el miedo que padecía solo en mi cama. Eso causo miedo de verme frente a al espejo en la mañana. Sucedió por lo menos tres o cuatro veces, un sueño repetitivo, con personajes distintos siempre. Me duele la cabeza, lo que cuento es cierto, Lo será aun más cuando eso que va a suceder suceda. 

Pensé que imaginaba aquellas cosas y lo que he hecho es justamente esto.  

miércoles, 9 de octubre de 2013

El Culo del Mundo

Hay unos cuantos jóvenes sentados en la cafetería de la Universidad. Hablan sin mucha gracia, aunque entre ellos hay muchas risas. Paralelo a ellos, unos cuantos chicos ven el tráfico de la calle, apostados en una esquina, hablando y riendo. Estos están a unas 30 calles de la Universidad, algunas 3 o 5 calles más hasta la cafetería. ¿Y qué hay con los jóvenes – con nosotros-, aunque hay una sobre explotación musical de lo nuevo, de la generación que crece, dónde están las demás artes; no hay algo como una pintura joven, una literatura joven, una forma de vida joven?, Esto hablan los que están en la mesa, saben que debe haber algo más que sentarse a reír, lo sienten o por lo menos lo ambicionan. Los chicos en la esquina tienen la misma sensación, pero no se preguntan con esperanza sobre las artes, saben por otro lado que individualmente alguien gusta del grafiti, otro improvisa sobre pistas de rap y el tercero es capaz de imitar a sus compañeros. En fin, ese algo, que llamo ambición, está en el aire.

Tengo la radio encendida, hay rock. La televisión también está encendida y hay dibujos animados, los ve mi sobrina, pero el volumen está tan alto que entre la radio y los diálogos empalagosos se orquesta una buena opera. Frente mío tengo el último número de la revista El Culo del Mundo, y me estoy divirtiendo tanto como mi sobrina con sus dibujitos. Toda esta mezcla antipática y tediosa de vida de pronto se ve envuelta por la poesía de un montón de poetas –no poetas, diría cualquier arribista poético- que precisamente hablan de lo que quisiera hablar, si pudiera escribir poesía. Son una vía de escape -no imaginaria- real a mis propias sensaciones de la vida. Una de las escritoras que publica en el último número es Tristana Landeros a quien conozco por mi gusto por otro poeta que ya he reseñado, Ricardo Limassol. Y es divertido lo que hace la gente de su generación, creo que el sentido sublime en la poesía Ha sido expulsado… y esto, señores es nuestro.


Hay todo un cumulo de sensaciones, escritas con mucho brío, entereza y también sentimiento (a veces demasiado). Creo que pecan por ir tan deprisa contra todo. Esta actitud hostil se puede confundir con la de un niño contra la autoridad de un padre. Pero de alguna forma están creando espacios en los cuales hacerse la fiesta, de decirse lo que no se dice entre los adultos; y han comenzado a conspirar… 

Bastaría decir que esto no es nuevo ni unilateral, es un hecho que cada vez se hace más frecuente en la red, podemos ver a los chicos de dinastiachow-fan que se han encargado de recopilar parte del arte joven. O el new-spleen en él que se está recogiendo un poco la prosa de autores jóvenes. No he querido hablar de nacionalidades, porque en internet estamos tan cerca los unos de los otros que la distancia es una virtualidad. Pero aun así El Culo del Mundo es una propuesta Mexicana, Y dinastiachow-fan es colombiana igual que new-spleen, en Argentina y Chile hay otras interesantes, pero ahora lo único que interesa lo tenemos la frente.

A la pregunta dónde estamos realmente, dónde está la poesía joven, el arte joven... dónde ha ido a calar la ambición dentro del terreno vacío de la cotidianidad. A esa sensación de que hay algo, en algún lugar... a esa sensación han respondido los mismos poetas. la misma generación de la que hacemos parte. Todo lo reciente es una muestra... hay poesía creciendo por todas partes. Es hora de armar alboroto, de festejar. La revista comienza con una cita de Schopenhauer: El poeta es ese privilegiado generoso que nos presta sus ojos y sus oídos para que contemplemos lo de detrás de la realidad, lo que se esconde bajo la cruda apariencia. Pero rara vez vemos lo que está detrás, la verdad es que la crudeza, el tedio, el morbo, la decadencia es lo que tenemos al frente. Y de eso ha tratado durante los últimos años la poesía. Por todas partes florece este sentimiento, como Flores del Mal, como un nuevo Spleen; New Spleen, y el término no es mío, proviene de una profunda convicción de Luna Miguel. Esto que ahora sucede no es anti poesía, es poesía en su sentido más vivo: Cuando la Melancolía venida del humo/ Comienza a inscribirse entre los huesos del poeta,/ La boca le sabe a sangre y las palabras inician a romper/ Desde la orilla de sus dientes, trémulas en un delirio de vino.

Entonces no es raro que Tristana dibuje el deseo de matar un perro. ¿De verdad quiere matar un perro? o es el deseo constante que nos proviene del odio, del vacío en que nos han dejado, qué es el amor cuando solo conocemos el odio que nos ha dejado la muerte. México como Colombia están viendo caer su generación en medio de las balas del narcotrafico (un cáncer que alimentamos, somos la enfermedad y la cura), en medio de nuestra adicción: en ese odio hemos crecido, somos lo que nos han dicho y nuestra poesía ha sido nuestro alienante... la televisión dejo de ser fructífera. Queremos más...  queremos más... 

martes, 8 de octubre de 2013

La pasión y la escritura

Si te gusta Hemingway tal vez gustes del respeto hombre a hombre (como lo cuentan los abuelos), la caballería, las corridas de toros, el hombre de guerra o cualquier asunto que constantemente interpele entre el valor, el deber y la muerte. Como el boxeo, del que fue apenas un aficionado -igual que Bukowski, otro héroe cercano y amante de la bebida-, aunque insistiera con ello de: “My writing is nothing, my boxing is everything.” Esta carta dirigida a George Brown amigo y entrenador de Hemingway, resulta interesante, este decía de Hemingway: La realidad es que cualquiera que tuviera la más mínima idea de lo que estaban haciendo en el ring podría darle una golpiza a Hemingway, quien era conocido por sus tontos intentos de luchar realmente con boxeadores entrenados". (entre otras cosas Hemingway jamas pudo enseñarle a Pound dar un gancho de izquierda). 



Una carta que el Paris Review, junto con la gente de OpenCulture.com nos traen.



domingo, 6 de octubre de 2013

The Birth of a Nation

Recientemente he escuchado hablar mucho de Manhattan Transfer y he querido hacer un comentario, algo minúsculo y sin ninguna perspectiva. Primer capítulo en Manhattan Tranfer: Embarcadero… Un tipo llega en un barco, inmigrante. Una familia tiene su primer bebé, curiosamente la enfermera lo confunde, hay muchos niños y todos son iguales. Los padres de los niños trocados se encuentran, pero no por ese asunto, celebran la nueva vida, un nuevo hijo, un nuevo camino. Un hombre camino a casa ve un cartel de Gillette y decide comprar una; es la imagen del nuevo hombre, uno que tiene el rostro rasurado y dinero en el banco. Ya antes un joven había preguntado por Broadway. ¿Qué ha sucedido? Probablemente sólo un montón de situaciones, sin relación, y que se seguirán repitiendo. Pero cualquiera que atienda a dos cosas verá la intensión: 1) El libro fue escrito en 1925, lugar de 2) la transformación de los Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX como potencia económica, New York se convirtió en el centro de negocios del mundo.

Sin duda la centralidad de Manhattan Transfer es la ciudad, una ciudad que crece, con ella sus ciudadanos, y con los ciudadanos la historia y el pensamiento de los norteamericanos. Se ha construido en una especie de pequeñas historias durante la narración: pequeñas crónicas, la objetividad delinea la narración, que estéticamente es lo más evidente. La novela está escrita de manera objetiva, refiriéndose esencialmente a los hechos, o a la descripción de imágenes. Muchos de sus personajes hoy nos suenan como estereotipos; inmigrantes, comerciantes, artistas que buscan Broadway, gente hambrienta de éxito. Pero para la época era el día a día de un país que crecía y demandaba mano de obra. Eso hace icónica la novela, habla del esplendor y circulo sin salida que se convierte una ciudad en auge. Hay un panóptico; sus muchos personajes toman cada detalle.

El nuevo horizonte que abre el primer capítulo: Las cosas han cambiado, ha nacido una nueva nación. El norteamericano es distinto. Ese sentimiento está presente en la narrativa de aquella generación de escrotores a la que perteneció Dos Passos, por tanto no es un capricho el retratar de tal forma la ciudad, el poder político y económico. Más allá de la exploración formal en la escritura, hay la interpretación a un momento importante para los Estados Unidos. El Gran Gatsby por poner un ejemplo, muestra al nuevo dandi; tiene dinero, poder, ama las fiestas y las mujeres bellas, no tiene por qué ser un brillante intelectual, sólo debe saber comportarse en sociedad. Y ese personaje es al que aspira nuestro hombre en la farmacia comprando la Gillette; ser el nuevo hombre, él que tiene dinero en el banco. Y este puto es esencial, los bancos que llevarían a la crisis en el 29 son la ley. Y eso tampoco es extraño. Ya Pound desconfiaba de ellos y parte de su participación en el fascismo italiano se debe a que estaba convencido que, en el poder los acabarían. Una audacia que sabemos en qué terminó. Por tanto la ciudad no es más que lo que es, lo que es nombrado, y la narración que parece no decirnos nada nos lo dice todo.

En entrevista en el Paris Review Dos Passos menciona el, cómo tal vez la escritura de la novela comenzó un poco como las películas de la época, entre ellas El Nacimiento de una Nación. El creció en New York. Conoce el sentimiento de Progreso que hay en los americanos. Keurac describiría el del movimiento jazz en la ciudad, o Don DeLillo en Cosmopolis nos da un Nueva York mucho más convulso y en el que la sistematización económica llevará, al clic de un ordenador, al caos del centro financiero. En las tres se describe de manera distinta la ciudad; hay una estética diferente en la narración. Keurac muestra la efervescencia, el estrepitoso sonar del jazz que conquista las masas, es más biográfica o autoficción. DeLillo, la jugada del poder financiero. John Dos Passos parece decir: la ciudad es un gran negocio.

Tal vez me equivoque la nombrar estás novelas, otros ejemplos serían mucho mejor. El auge prometedor que nos abre la novela, se va convirtiendo al adentramos en una trampa sin salida. Entrada la novela veremos lo lindo del sueño americano:

 – Estoy harto de esta cochina ciudad… En todas las partes del mundo pasa lo mismo: la policía moliéndonos a palos, los ricos explotándonos con sus míseros jornales, ¿y quién tiene la culpa…? Dio cane! Ustéd, yo, Émile, todos tenemos la culpa.
– Nosotros no hemos hecho el mundo… Son ellos los que lo han hecho, o Dios quizá– Dios está de su parte, como un policía… Cuando llegue la hora mataremos a Dios… Yo soy anarquista” (Pag. 50)

La ciudad, esperanza de una mejor vida; un tópico común. Así que vivir en ella es ir, como un péndulo del éxito al fracaso, del tener dinero a perderlo. Lo que es un sueño… que jamás se alcanza, y hay que partir de nuevo a cualquier sitio:

– ¿me deja usted subir?

– ¿A dónde va?
– No sé… bastante lejos.